lunes, 13 de junio de 2011

Si Zaira Nara me diera bola

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Es imponente la manera en la cual se construye la opinión pública. Que en definitiva es la estructura que los medios de comunicación otorgan a los temas, junto a la devolución de sus audiencias. Éstas últimas, atomizadas, analizadas, comparadas, con todo ese trabajo clínico y detectivesco encima son, con su movimiento, las grandes protagonistas del mareo y lucidez de los tiempos que corren.

Hoy se debatió sobre el impuesto a los grandes terratenientes, cuyo tratamiento se extenderá porque esta tarde el acuerdo no apareció. Es un tema importante que, a pesar de mantener en rigor la estructura económica del país, se vive como la vida o la muerte. La noticia corre como un debate en Intrusos: igual de profunda, terraja y prescindible. Igual de imperiosa, ineludible, o cínica. Y eso que no cambia nada, porque políticamente es un “mensaje” a los más ricos y nada más.

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Lo mismo pasa con el resto de novedades periódicas, como el casorio de Fórlan. No voy a ingresar en detalles que todo el mundo abordó. Me voy a detener en un aspecto. En realidad no importa si Forlán entrega la cola, ni Zaira y su gusto por agrandar sus deudas con la plata de otro, ni los contratos prenupciales, ni el contrato social, ni la tierra y sus impuestos, ni siquiera importa el video, el terrorismo o Lacalle renunciando al Honorable Directorio (eso sí que a nadie le importa). Nada importa.

Lo relevante es que exista un espacio para dudar.

Si eso existe, sirve y se replica. De lo contrario, no es funcional al sistema. Es el motivo del Código Da Vinci, donde un detalle abre un abismo de información para descubrir algo que a nadie le interesa. Pensar que la Iglesia Católica se va a caer porque descubramos científicamente que “el flaco” la puso es bastante infantil. No importa, el volumen de data es apabullante y no conocerlo es quedarse afuera de algo social que nadie sabe muy bien qué es. Es la cultura de masas.

Y la cultura de masas se alimenta de nada. Es necesario que así sea. Alimenta la atención hasta en sus detalles ínfimos, sus quiebres y fisuras. Te engancha para estar en vilo y constantemente renueva sus motivos. Pero los motivos para estar enganchados, la operación de prensa, es no descubrir que en el fondo no existe nada. Como una ola que rompe en la arena y demuestra que no llevaba nada ni nadie. Y ahí reside el poder.

Vamos a dar vuelta un ejemplo. Pongamos que Zaira Nara me da bola. ¿Qué hace un flaco cualquiera para levantarse una mina? Los primeros contactos sirven para conocerse e intercambiar impresiones. Si las impresiones son buenas, el tiempo juntos es mayor y la buena onda nos ilumina; si todo parece acompañarnos, empezamos a salir como pareja y vamos a comer. Son dos tipos que se quieren a un paso de compartir sus vidas.

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Pongamos que no, que me quiero colgar de las tetas de la mina. No solo por atracción sino por prensa. Mercaderes y periodistas siempre persiguieron y perseguirán a los mediáticos y yo aprovecho la volada porque me quiero posicionar. Digamos que a la mina le sirve, porque quiere mantener el perfil de novia de Argentina y evitar la grasa que le chorrea a la hermana.  Morfamos en un restorán paquete y no paro hasta las tapas de los diarios . Son dos tipos que necesitan prensa.

Amor o negocio. ¿La posta es importante ? No, los dos puntos son perfectamente válidos en el caldo de la opinión pública. Lo importante es establecer la duda, la fracción suficiente para tejer la red arqueológica de archivo, publicaciones, debate. Borrar el límite entre juego y realidad, entre intereses y convicciones. Y eso vale tanto para Intrusos como para el informativo de las siete, ocho o nueve de la noche.

Sin el sueño por ser famosos o poderosos no hay angustia vital. Sin angustia vital no hay dudas.  Sin la duda (como la establecimos) no hay rating. Sin rating no se venden minutos de televisión. Sin minutos de televisión los productores no venden. Sin productores no hay mundo posible (productores en general y en particular, por eso no quieren tocar el bolsillo a los rurales, ¿no?).

Hay que salir de ese círculo vicioso. Quiero decir: a nadie le interesan dos tipos que van a juntar sus vidas, de eso hay en todos lados. Justamente eso, lo que hay en todos lados, nos va a rescatar de este mundo descripto por Guy Debord en su “sociedad del espectáculo”.

Por eso, Zaira, si tocan la puerta no abras. Ya terminé, salgo de la compu y te preparo la cocoa que te prometí a la tarde.