sábado, 23 de abril de 2011

El día del meteorito

Diez, nueve, ocho,

Los vahos del whisky y las risas nos ayudaron a encontrarnos en cuestiones políticas. Pero eran charlas típicas de borrachos. Nada de cuestiones programáticas, eran soluciones finales clásicas de los beodos. Explico.

En su discurso, Paola era la embajadora de Gea o Gaya, “la de amplio pecho”, la naturaleza anterior al mundo y la razón, la que devino del Caos griego. Ella tiene la clásica angustia que nace luego del pecado original y, por lo tanto, volver a la naturaleza es su expiación. Comprende que el mundo no es sustentable tal como lo explotamos y que se debe parar la maquinaria humana antes que agote los recursos de la tierra.

Textual: “Las consecuencias de ese stop final son daños colaterales”. Es decir, si la muerte de millones de personas servía para detener la gran excavadora de recursos naturales en la que se había convertido la vida humana, chau, se apaga y punto.

Por su parte, Maximiliano confiaba en un instante particular. Compartía la ecopolítica sin hombres de Paola y sumaba un extraño concepto de comunidad.

siete, seis, cinco,

Sostenía la copa, pero también sostenía que era posible la caída de un meteorito en nuestro planeta y que sólo un acontecimiento de tamaña significación podía acercarnos como raza.

La ciencia, tan avanzada como arrogante, será capaz de identificar el meteorito que golpeará el planeta. Simplemente soñar con las consecuencias de tamaña catástrofe lo excitaba. Nos pidió que imagináramos los mares agitados, los terremotos, las cenizas precipitadas sobre la tierra fértil, la incomunicación digital, los recursos escasos.

Aterrador, ¿no?

Una cosa más. Maxi creía en un final sensible. Cuando el cono de sombras invada el planeta, anunciando la caída, todos nos vamos a sentir una comunidad, al fin. Seremos uno y millones, en un empuje empático y uterino.

Para confirmar sus ideas, me mostraron este video:






cuatro, tres, dos, uno,

La cerveza estaba caliente y sin espuma, pero igual la tomo. Un poco para darme tiempo a mí y a ellos también, porque no creía lo que estaba escuchando. Al principio creí que eran un par de ideas infantiles, hasta que recordé la cantidad de películas alusivas* o la cobertura del tsunami japonés. Esto lo creen muchas personas, me dije.

¿Cómo empiezo? Tengo que decir algo. Paso al baño. No es que el documental fuera malo, es que no era novedoso. Para alguien de izquierda, eran temas familiares. Pero uno de esos temas familiares vino a mi mente. Al lavarme las manos entiendo que ambos me hablan del Apocalipsis y no hay nada más político que el final de los tiempos.

Fuente 
En el siglo XIX las ideologías políticas casi no hablan de otra cosa más que del destino final del hombre. Los liberales, afirmando los ideales de la revolución francesa; los comunistas, sobre la base de la crisis del capital y la toma del poder; los anarcos con la desaparición del Estado. Y todo así.

Pero hoy en día no nos interesa. A nadie le importa pensar un poquito en un mundo imaginario y mejor, compararlo con el real y ejercer los cambios para que ambos se parezcan.

Todo eso nos impediría la nueva forma de pensar lo colectivo, que tiene un poco más que ver con el goce sin intermediarios ni lenguaje. Es decir, sin pensamiento ni conciencia. El mundo Coca Cola de las movidas juveniles antes que el de la política de Sophie Scholl, que para el caso vivía su apocalipsis nazi, ¿no?

Sentirte “tal como sos” es imposible si no soy capaz de transformarme en vos y ocupar tu lugar en el mundo, así como quiere Maxi cuando el cono de sombra nos esconda. ¿Cómo explicarle que eso es fascista?

Puedo aceptar que los avances humanos no nos garantizaron una vida más feliz. El siglo XX fue sin dudas el más sicópata. Lo que no acepto es que la industrialización deba sentarse en el banco de los acusados, debe hacerlo el hombre. Algunos.

Buscar un salvador externo e irreflexivo (como la naturaleza o un meteorito, o Dios) no nos quita de las manos el tema central del hombre: las cosas de los hombres son temas de los hombres.

La naturaleza es un tema de los hombres. Otorgarle a la naturaleza el espacio de un “otro” con el cual puedo negociar mano a mano es irracional y suicida. Lo lógico es que la sustentabilidad la dirija el hombre y la defiendan los hombres, y eso se hace con organización, que es un tema de los hombres. Que vuelva la política. Hablo de la polis griega, con todas las letras.

¿Porqué es más fácil pensar en el fin de los días con una explosión antes de pensar en la organización de los intereses de la gente? ¿Cuál final es más loco?


cero, ignición.






* Listado de películas que hablan sobre el fin de los tiempos: si son del tipo ultimátum nuclear es fundamental Dr. Strangelove de Stanley Kubrick 1963, Threads de Mick Jackson 1984, Miracle Mile de Steve de Jarnatt 1988; si viene por la explicación alienígena La guerra de los mundos de Steven Spielberg 2005, La invasión de los ultracuerpos de Don Siegel 1956 y de Philip Kauffman 1978, Independence Day de Roland Emmerich 1996, o si es por pandemia (o zombies, que para las pelis yankies es lo mismo) con The Omegaman de Boris Sagal de 1971, Twelve Monkeys de Terry Gilliam de 1995, Infection de Albert Pyun 2005, Carriers de Alex y David Pastor 2009, o "2084" de George Blumetti del año pasado.

Pero de lo que nos compete, la distropía natural, recomiendo Hijos de los Hombres de Alfonso Cuaró 2006, obvio Armaggedon de Michael Bay 1998, o Deep Impact de Mimi Leder 1998, o la más ajustada para nuestro caso El día de Mañana, también de Roland Emmerich pero de 2004. También recomiendo El tiempo del Lobo de Michael Haneke 2003, o El Síndrome de China de James Bridges 1973.



miércoles, 20 de abril de 2011

Hat Trick: Con la exposición de racismo de ayer en Malvín Norte, me acordé de Marcola.

Fuente Panorama Digital
Hoy leo los diarios capitalinos y me encuentro con dos noticias referentes a los megaoperativos de saturación que implementa el Ministerio. La primera expresa el malestar entre los jueces y la policía y la segunda explica que la intención de las fuerzas de seguridad es evitar el comportamiento mafioso de la delincuencia, como hoy se encuentra en las favelas brasileñas.

Esto me hizo recordar la entrevista a Marcola.

En Mayo de 2007 el periodista Arnaldo Jabor, del diario O Globo de Brasil, publicó una Entrevista a Marcos Camacho, Marcola. Él es jefe de la banda carcelaria de Sao Paulo denominada Primer Comando de la Capital (PCC).

Esta fue la entrevista:

- ¿Usted es del PCC?

- Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnostico era obvio: Migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía... ¿Qué hicieron? Nada.

¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las favelas, de los morros, o en la música romántica sobre la belleza de esas montañas al amanecer, esas cosas... Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social ¿Vio? Yo soy culto. Leo al Dante en la prisión.

- Pero la solución sería...

- ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de solución ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una tiranía esclarecida que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice.

¿O usted cree que los chupasangres no van a actuar? Si se descuida van a robar hasta al PCC. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta conference calls entre presidiarios...) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.

- ¿Usted no tiene miedo a morir?

- Ustedes son los que tienen miedo a morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva especie, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...!

Fuente BBC
Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas con autorización de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.

- ¿Qué cambió en las periferias?

Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos globales. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros clientes. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.

- ¿Pero, qué debemos hacer?

- Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a los barones del polvo (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tienen dinero ni para comida de los reclutas. El país está quebrado, sustentando un estado muerto con intereses del 20% al año, y Lula todavía aumenta los gastos públicos, empleando 40 mil sinvergüenzas.

¿El ejército irá a luchar contra el PCC? Estoy leyendo Klausewitz, Sobre la Guerra. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros... solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó en eso? ¿Ipanema radiactiva?.

- Pero... ¿No habrá una solución?

- Ustedes sólo pueden llegar a algún éxito si desisten de defender la normalidad. No hay más normalidad. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero ser francos, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida.

Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".

Hasta acá la entrevista. No se excite, es apócrifa. Fue escrita por un periodista en el mismo papel de Orson Wells cuando adaptó para  radio La Guerra de los Mundos y desató el pánico.

Es la forma que este intelectual, Arnaldo Jabor, encontró para cargar de afecto a aquel lado oscuro de la sociedad basada en el capital. Ya que no podemos ejercer el civismo suficiente para transformar la maquinaria de desarrollo, tememos sus consecuencias. Y pedimos más fuerza contra ese miedo, fuerza bruta, para que lo esconda. Pero no puede, porque el racismo no se esconde con facilidad.



jueves, 7 de abril de 2011

Lo que no decimos al encarcelar a un adolescente con un mayor (Parte I)

Foto infobae.com
La convocatoria a juntar firmas para plebiscitar una baja en la imputabilidad de los menores de 18 años es un fracaso político pero un éxito popular. Mientras la defensa de esa posición no tiene asidero lógico, la campaña acapara espacios mediáticos y ya es el clásico tema de las peluquerías de todo estrato social.

La agenda de temas que los uruguayos discutimos tiene a este ítem muy destacado. Y es así que devela una parte del alma nacional. En vez de discutir sobre la violencia doméstica para que ninguna mujer muera ni viva el atropello de un hombre violento, nos cargamos en los hijos de ese hombre, niños y adolescentes expulsados de todo concepto parecido a “hogar”.

En vez de discutir la incidencia del alcohol en la cantidad de muertes por accidentes de tránsito, multamos de por vida a los consumidores de sustancias ilegalizadas. Ni hablar de sustancias endosadas a los pobres. Más aún, en Uruguay no hay espacio ni para hablar de consumo de sustancias, siquiera. Apenas unos amagues para la tribuna.

El problema es el delito contra la propiedad. Aquí se revela el racismo oriental en cada ocasión posible, como en cada ocasión que tiene Telenoche. Me consta que periodistas como Leonardo Pedrouza trata de impregnar sus informes con el costado social de cada familia, tanto víctimas como victimarios. Pero una voz solitaria es muy poco contra el sistema.

El problema, repito, es el delito contra la propiedad. Y es que la maquinaria necesita a la propiedad como base de las condiciones materiales de una sociedad. Lo que aquí defienden los pro cárceles con mayores es la consolidación de la maquinaria uruguaya de desarrollo y su consecuente división social del trabajo. En esta ocasión, van contra los que no se pueden organizar. Y todo esto, con la máquina de desarrollo bajo la dirección de un gobierno progresista.

El problema es que no sabemos ver lo que nos pasa como país con otro filtro que no incorpore a la seguridad. Nos falta un lente de mayor aumento. Ciegos entre tanta firma.

La semana que viene la sigo. Los dejo con un gran tema de PkFlyd, del disco Animals.