martes, 21 de febrero de 2012

El carnaval del miedo

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El típico nivel de virulencia contra los jóvenes. Pero sumemos a los medios decomunicación. Listo, tenemos una noticia. Cuando un borracho atropelló a dos jóvenes, matando a uno de ellos, se desató la furia. La noticia fue “hay mucho bardo, che, alguien tiene que hacer algo”. Y sí, alguien hizo algo. En Montevideo, cuando se trata de chorros, se llama “justicia por mano propia”. Allá, como es en el interior y ataca la propiedad privada, se denomina  “vecinos cansados”. 




Hay tres cosas importantes para subrayar del carnaval del carnaval. La primera es el nivel de hipocresía uruguaya –bah, humana-, que pide a gritos un lugar sin reglas ni motivos (Pd1). Un lugar donde las energías las regulan las relaciones interpersonales, sin ninguna intervención externa (¿un “mercado”?). Un lugar que, como los Stalkers de Tarkovsky, sirva para fantasear y realizar los deseos, y que además no tenga en cuenta las consecuencias de los actos.

No es casual que este bardo sea originario de Venecia, una ciudad comercial ultra conservadora en las costumbres y adelantada para la época, allá por el Renacimiento, la época en la cual el hombre y su felicidad buscaba el centro del mundo, desplazando a Dios (Pd2).

Y digo esto porque después vienen las agencias de viaje a promover el carnaval de Río y todo lo que me muestran son eufemismos para decir que allá hay sexo fácil por una semana. Los uruguayos vamos a Río por los trajes; y los Reyes son los padres.

La Pedrera lapidaria

El otro peligro es el propio lugar: La Pedrera. Se transformó en un lugar VIP y la defienden sus vecinos. La circulación de las energías no pasa por el control de los lugareños y ese es el mayor miedo de todos. Se quejan del desorden.

Teté Coustarot, un infaltable en el Carnaval.
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Como expresa una nota de El País, los dueños de hoteles no pueden “vender silencio”, su principal producto. Y los vecinos, que hace años compraron el silencio en cuotas, reclaman lo que perdieron. Desesperados porque les hacen cacona en la puerta, o porque el Teté Coustarot corre como caipiriña, queman llantas.
Añoran el carnaval de cabezudos y desfiles y familia, pero se olvidan que esos carnavales tienen extirpado el “carne vale”, el mismo origen del carnaval. Es un carnaval sin falo, carente de carne real, descafeinado, de museo de antropología. En definitiva, un carnaval para toda la familia, ¿no?

Violencia es mentir

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La noticia que circuló ayer, después del accidente de tránsito, fue la quema de cubiertas por parte de los vecinos del balneario. El artículo de El País, sumamente reaccionario, destaca el descontrol existente e ilustra con la quema de llantas. Pero el descontrol es el de los jóvenes, nunca el descontrol del orden que provocan los adultos, como en el tránsito. Expresa con dolor que “En los alrededores, con disfraces y caras pintadas, muchos jóvenes parecían estar ajenos a la situación que se vivía e intentaban darle color a una fiesta que desde el arranque comenzó siendo una tragedia” (Pd3).

Es decir que el cronista achacaba a los jóvenes la falta de responsabilidad inherente a no prestarle atención a una muerte. ¿Deberían desfilar con una vela por la principal avenida por un suceso al que estamos expuestos todos? Igual, en ese caso el título de la noticia sería: “Carnaval de La Pedrera de luto” y sale con fritas.

Aún más triste es lo de El Observador (bueno, siempre es triste), que arma un artículo en base a información del centro de atención primaria privado de La Paloma, antiguo balneario de joda fácil. Usan mil trescientos caracteres para decir que no pasó nada. Una borracha o drogada y un par de pibes que se cortaron las patas. Mil trescientos caracteres sin cosas novedosas, porque es una cifra normal en la semana del corso. Si eso no es crear una burbuja, que me lo expliquen.

Al final, el motivo para clausurar el carnaval en La Pedrera es que los jóvenes se drogan y se emborrachan. Porque cagan en un lugar sin servicios (cuando Rocha creció bajo el signo de “lo rústico” y del turismo joven). El carnaval en La Pedrera cerrará porque “nadie hace nada”. ¡¡¡Porque tienen sexo, señora!!! ¡¡¡SEXO!!!

El carnaval también sirve para mirarnos en un espejo. El espejo del carnaval 2012 muestra terror por el otro, por los jóvenes, por mis cosas, por mi lugar. Y la forma para defender mis cosas es la violencia. Hoy marcaron los límites con llantas, ¿qué será mañana?

Me voy con dedicatorias varias, con un videíto que tiene dos temas. Para el carnaval es “Caña seca y un membrillo”, y para los vecinos de La Pedrera es “Nuestro amo juega al esclavo”.










Pd1: Que exista un lugar liberado implica que el resto del mundo está fuertemente regulado, todo en un sentido territorial: “acá y hoy, pero mañana en mi casa no”.

Pd2: Tampoco es casual que la máscara de V de Vendetta o la de Anonnymus se parezca mucho a las máscaras venecianas.

Pd3: Amigo, eso ES el carnaval.


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