domingo, 4 de marzo de 2012

La cocina de la televisión. La caja boba, parte I.


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Sobre una patineta, como en un traveling, la puerta del estudio abre paso a la luz roja encendida. Los técnicos caminan lejos, plagados de cables y tensos. Esperan la confirmación. Las cámaras se preparan, apuntan. Las luces estallan en los ojos y de repente la cuenta, el shock, la adrenalina. Tres, dos, uno, Pablo Ibáñez mira la cámara y dice: “Buenos días y bienvenidos a la primera emisión de ‘La Cocina de Pablo’ y ya arrancamos con una noticia, la mejor noticia que la televisión te da: vos estás ahí y me estás viendo. Y si no me creés, mandame un mail a lacocinadepablo-arroba-teestamoscagandoenlanariz-punto-com. Dale! Que tu mensaje va a salir en la televisión! Sos real!”




Guarda, ahí viene la noticia

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Y el presentador sigue: “Vamos al primer juego con ustedes. Con un rápido movimiento de cámaras comenzamos con el informativo central. (Cambio de cámaras) La alerta amarilla declarada por el Sistema Nacional de Emergencias indica que hay lluvias en todo el país. Llueve y es noticia. Llueve. Lo podés ver por la ventana, pero te lo debo decir yo. Y vas a patalear pero sólo si no llueve. La clave es que el informativo vende "confianza", un sentimiento del espectador y no una actitud del profesional. Vos me tenés confianza. Pero para eso debo mostrarte las cosas que vos ya sabés, para hacer la conexión entre el mundo, tu mundo y lo que te muestro. La lluvia no es suficiente para que me creas.

“ Me creés porque en televisión hay una clave que separa la realidad de la ficción: te miro a los ojos. La verdad de las noticias de la tele no depende de la veracidad de lo que se dice, sino de presentártelas de parte de quien es. Importa que el videograph diga verazmente el nombre y el cargo. Si dice una mentira o es portavoz de una operación de prensa, ya no es mi tema. No insistas, no es mi tema.

El secuestro del amor

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Entro. Tomo a la actriz por su cintura, la abrazo y me explica: “No, Pablo Javier, ya no te quiero. Pero tu sabes que es un juego, todo es una ficción. Yo no digo la verdad, actúo. Y está mal tomarme en serio”. Da media vuelta y prosigue: “Pero siempre hablo de una verdad humana, como el amor. Hay muchas verdades humanas, Pablo Javier, muchas. Pero sólo impulso algunas. Nadie jamás me va a decir nada, Pablo Javier. ¡Nadie! porque yo digo verdades culturales y nunca políticas. Nadie lee mis ficciones como una verdad política, ¡Nadie! ¡Jajaja!”. Salgo de escena.

Volvemos a la Cocina

Pasarela amplia con luces cenitales indican el camino del presentador, que inicia su marcha desde la sombra. “Como ves, el comportamiento en un informativo y en una ficción es distinto porque, en el último, los actores quieren crear una ilusión de realidad, en cambio el discurso del periodista está ahí a causa de las cámaras.

Tenemos dos tipos distintos de programas, claramente diferentes en cuanto a su enunciado de realidad. Te estoy hablando y mis enunciados, mis dichos, son verdaderos para vos. ¿Qué pasa si este límite se borra definitivamente? La seguimos en la parte dos, con Alberto Olmedo y el escribano Prato Murphy! Vamos las chicas, vamos!!! Tonight gonna be a good night!! Tonight gonna be a good night!! Vamos las chicaaaas!”




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