Fuente |
Sobre una patineta, como en un traveling, la puerta del
estudio abre paso a la luz roja encendida. Los técnicos caminan lejos, plagados
de cables y tensos. Esperan la confirmación. Las cámaras se preparan, apuntan.
Las luces estallan en los ojos y de repente la cuenta, el shock, la adrenalina.
Tres, dos, uno, Pablo Ibáñez mira la cámara y dice: “Buenos días y bienvenidos
a la primera emisión de ‘La Cocina de Pablo’ y ya arrancamos con una noticia,
la mejor noticia que la televisión te da: vos estás ahí y me estás viendo. Y si
no me creés, mandame un mail a lacocinadepablo-arroba-teestamoscagandoenlanariz-punto-com.
Dale! Que tu mensaje va a salir en la televisión! Sos real!”
Guarda, ahí viene la noticia
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“ Me creés porque en televisión hay una clave que separa la
realidad de la ficción: te miro a los ojos. La verdad de las noticias de la
tele no depende de la veracidad de lo que se dice, sino de presentártelas de
parte de quien es. Importa que el videograph diga verazmente el nombre y el
cargo. Si dice una mentira o es portavoz de una operación de prensa, ya no es
mi tema. No insistas, no es mi tema.
El secuestro del amor
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Volvemos a la Cocina
Pasarela amplia con luces cenitales indican el camino del
presentador, que inicia su marcha desde la sombra. “Como ves, el comportamiento
en un informativo y en una ficción es distinto porque, en el último, los
actores quieren crear una ilusión de realidad, en cambio el discurso del
periodista está ahí a causa de las cámaras.
Tenemos dos tipos distintos de programas, claramente diferentes
en cuanto a su enunciado de realidad. Te estoy hablando y mis enunciados, mis
dichos, son verdaderos para vos. ¿Qué pasa si este límite se borra definitivamente?
La seguimos en la parte dos, con Alberto Olmedo y el escribano Prato Murphy! Vamos
las chicas, vamos!!! Tonight
gonna be a good night!! Tonight gonna be a good night!! Vamos las
chicaaaas!”
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