martes, 15 de mayo de 2012

¿El problema es que sos colorada o que no sos colorada?


Los indignados uruguayos. Fuente
Al final una de las inspiradoras de la marcha autoconvocada y apolítica ni era tan auto ni tan apolítica. La opereta mediática era tan burda que no duró un día. Sin embargo, me queda en la cabeza la intención. Parece que ocupar un espacio inhibe la opinión de quien lo ocupa. Defender una posición de cualquier tipo es visto como una defensa de intereses particularísimos y, para zafar de eso, hay que limpiarse del pecado y bautizarse de vuelta: soy sólo un ciudadano. Pero, ¿un colorado no es un ciudadano?

Lo que me aturdió es que nos dejamos caer en la banalidad de considerar al otro según
sus intereses. ¿Por qué un militante colorado no puede defender el endurecimiento de las penas, por ser colorado? ¿Un socialista que defienda bajar la imputabilidad está más calificado por ser socialista? ¿Por qué dejamos de hablar de argumentos y hablamos de partidarios?

Y algo más peligroso aún: ¿Mi opinión es más válida porque no milito? ¿Y el conjunto de creencias que pongo en práctica todos los días no es una militancia? ¿De dónde las saqué, de un lugar más puro?

¿Y por qué se escuenden? ¿Porqué no se mostran? Fuente
La operación fue pasar por “un ciudadano”, una categoría apenas ocupada por el hecho de ser uruguayo o legalizado y contar con más de 18 años. Y acá, otra vez, no quiero subrayar que el problema es “la mentira moral” de hacerse pasar por cordero, no. Insisto en esto, el problema es de legitimidad: para que mi protesta sea legítima oculto mi militancia. Es un pase de magia ridículo. ¿Por qué es necesario?

La política pasó a ser un arma de engaños y conspiraciones cuando se vació de política y se transformó en una herramienta corporativa. El partido político quedó como la herramienta de una corporación para alcanzar los recursos del gobierno y perpetuarse ahí hasta que la chancha diga basta. Hay que decir que estás libre del pecado de la política, de lo contrario tu opinión es previa a la realidad y sólo sirve para un interés bajo. Gran favor le hacemos al futuro si pensamos que no podemos cambiarlo y como contrapartida pensamos en defender lo que nos queda.

Ejerza, pero ¿qué? Fuente
Nos hace falta más política, llenar de sentido a las palabras. Dejarse de consensos sin contenido. ¿Quién no quiere un país menos violento? Pero, ¿qué significa un país menos violento: aprobar la pena de muerte? Estamos tan excitados por los grandes números y los consensos que al final Borges va a tener razón: la democracia es un abuso de la estadística.

No te pido que me digas que sos colorada, eso es tuyo. Explicame qué significa “hacerse cargo de la inseguridad”. Nada más y nada menos. Y ahí empezamos a hablar.

Al final vamos de un mundo de ciudadanos sujetos políticos hacia uno que se degrada primero en indecisos y luego en indignados. De personas que votan según sus intereses primarios y cercanos, a personas que sólo van a reaccionar porque se sienten estafados. Del que estudia cuál masita llevarse de la panadería al que sólo lo mueve el electroshock. Porque lo siente. Y ya sabemos por las canciones de Arjona que sentir no es lo mismo que pensar, es más importante.



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