viernes, 7 de septiembre de 2012

La educación prohibida: maten al intermediario

La educación no aburrida. Fuente


Luego de la avalancha de contactos de distinto tipo que hablan, tratan, difunden, apoyan y detestan la película “La educación prohibida”, no tuve más opción que mirarlo. Son dos horas y poco de proyección que, primero, bombean a la escuela de maestra y túnica (“vareliana” en nuestra versión), y después difunde propuestas educativas distintas que se desarrollan en toda América Latina. Pero, ¿qué dice?



Señala que el motor de la educación es la curiosidad, que eso es innato en los niños y que promoverla garantiza el proceso educativo. La escuela no sirve, porque lo que hace es estandarizar, disciplinar, promover la competencia. Instruye técnicas y nada más, mediante métodos pavlovianos. Los sentimientos quedan afuera del proceso educativo y eso es señalado de manera vibrante en la película.

La educación debería responder a las necesidades de cada uno, porque la autenticidad es garantía de felicidad. La felicidad es seguir los impulsos propios sin conflicto, quien yo quiera ser es MI responsabilidad, no del sistema. Y el maestro clásico, operador del sistema, impone lo que le sirve a los otros y por tanto, no sirve como liberador de la educación: maten al intermediario.

Ahora, encontré esto que dijo Piñera: “El Estado no debe monopolizar la educación. Por eso creemos en una sociedad docente más que en un Estado docente. Nosotros reconocemos que entre la disyuntiva entre el Estado docente y una sociedad docente, nosotros apoyamos a una sociedad docente”. Es decir, maten al intermediario.



Piñera sobre el conflicto educativo en Chile. Después habla de Pinochet.

De repente, “La educación prohibida” se opone a Camila Vallejo y los estudiantes chilenos y habla el lenguaje de Sebastián Piñera (Y, a su vez, el alumno que en la película le encanta el marketing y leer libros que sí le van a servir, está con Camila, ¿no?). La clave es que la educación dejó de ser un asunto público y pasa a ser un asunto privado. La relación es entre el saber y el alumno, como señala Alma Bolón en Brecha (07/IX/12). Los docentes afuera: maten al intermediario.

José Pedro Varela, pero al revés. Fuente
¿Hacia dónde va el educando? Derechito al “aprender jugando”. La experiencia pasa de ser un acontecimiento para demostrar conocimiento, a ser una formadora de tolerancia. Enseña la asamblea, el conocimiento no. Y tener buenos argumentos no es tan importante como tener carisma: ¿cómo se aprenden los argumentos, cuando el docente no es la herramienta educativa y cuando se promueve lo innato?

Y después ¿cuándo y dónde se colocan los conocimientos a las personas? De más grandes, en los lugares de capacitación. El círculo está cerrado. De chico aprendo a convivir sin conflicto, de adolescente aprendo un área minúscula de la vida que, a la vez de llenarme emocionalmente, me da los recursos para vivir. Y a su vez, las aprendo en pocos meses y me desligo de los conocimientos que no me sirven pragmáticamente. No se le puede hacer mayor favor a los dueños del mundo que promover “La educación prohibida”.

Para explicar esto último, retomo lo de lo público/privado. La obligatoriedad colocó a la educación como asunto público. Como “cosa pública”, se hizo gratuita y laica. Dentro del aula, aspiró a conformar “ciudadanos”, es decir, personas capaces de desenvolverse entre la “cosa pública”. Los conocimientos en varias disciplinas científicas y artísticas (la educación) sirvieron para incrementar la cantidad de bienes materiales de la república y para aprender a reproducirlos, pero también para pensar la forma más justa de su distribución.

Y esto es fundamental, es por eso necesitamos personas que sepan de logaritmos y de Cervantes y de células y, a partir de ahí, a conectar esos conocimientos y a razonar. Es razonar, y no la “relación en asamblea”, lo que va a permitir la corrección de los errores de mi generación por parte de la generación que me sigue. Si vamos por el camino de “La educación prohibida”, dudo que los gurises que me siguen se den cuenta de mis cagadas. Y ahí, un mundo con lo político como una posibilidad se desmorona. Como la Torre de Babel, donde cada lenguaje particular le ganó la batalla a la construcción en comunidad de la torre más alta jamás pensada por el hombre. Blasfemos, andar tanteando al dios mercado…



La educación prohibida, completa, por Germán Doin y Verónica Guzzo

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