jueves, 7 de julio de 2011

El que lee esto es puto


Hay un nuevo discurso sobre lo específico de los textos para internet. Por ejemplo, los portales subrayan parte del texto porque, al parecer, quien lee páginas web presta menos atención a la lectura palabra por palabra; ahora el ojo barrena en busca de dos o tres líneas que tracen el sentido del texto a leer. Equivale a radiografiar para retener lo escencial del texto, como si las palabras fueran el cuerpo a correr.

Resaltarlo, subrayarlo, ponerlo en negrita, es una operación para un bisturí más filoso. Escribir es organizar el mundo, destacar un momento y jerarquizarlo. A esta interpretación se suma otra, la subrayada. Es reinterpretar lo primero interpretado, para hacerlo más fácil. Y quedan cosas como ésta:

El que lee esto es puto.

Claro, una vez destacado esto, ¿qué otra cosa queda para decir? Nada, porque no es para decir algo, es para retener. Es un dato: objetivo, separado y establecido como tal. Es decir, no se pone en discusión. Por tanto, no es para pensar. Es puto, y se acabó.

Soledad Platero, cuya reflexión sirvió como piedra angular de este escrito, señala que la operación pretende que quien lea repita esto como un loro. Que soy puto. No, mentira. Quiere expresar que un dato no se discute, no se lo piensa. Se afirma o se lo niega, pero no se está a favor o en contra. El dato es apolítico.

Y finaliza poniendo en el tapete algo fundamental. Señala que escribir es reflexionar y poner los significados en conflicto, frente a un mundo de datos y aforismos (¿de twits?). Un mundo que busca el milagro de ser entendido masivamente, sin que nadie tenga que releer, sin conflicto. Eso, sin conflicto. Recuerdo lo del meteorito...

Ahora, esto me abrió otra puerta. Georgina Torello recuerda en su nota -referida a teatro- al filósofo Samuel Weber cuando habla de la tele: si permanecemos donde estamos (el sillón, para el caso) las catástrofes van a estar siempre afuera, van a ser siempre objetos para un sujeto, para nosotros. “Nuestra seguridad es la promesa implícita de los medios”.

Y atrás de esa sensación de seguridad, te vende. Vos mirá tranquilo acá sentado, que yo te explico, te educo, te muestro la realidad digerida y te mecho la publicidad, la música, el consumo. Cambio conceptos: vos leé tranquilo acá sentado, que yo te explico, te resumo, te muestro la realidad digerida y alimento tu consumo.

La idea, como bien refiere el crítico de arte Robert Hugues, “es dejarte ciego para que no tengas tu criterio”, no es para leer la noticia, es para comentar que leíste la noticia: la diferencia radica en que leer es una experiencia real y la otra no, es una fantasía. Como dice Susan Sontag, la conmoción se ha convertido en la principal fuente de valor y estímulo del consumo.

Consumir cosas sin significado ni profundidad no está alineado con un país y un mundo más preparado para debatir, con mayor discusión política y, por tanto, más educado, más justo y con mejor futuro. La palabra es el mejor instrumento para alcanzar un mundo más equitativo.

Por lo tanto, voy a dejar de subrayar palabras en mis textos. Y si lo hago, es porque soy reputo.





"Alien Duce adornó tu esclavitud, y en un edificio en llamas te encanó"


Pd: Y como dice Feinmann “no hay pelotudo que no tenga un blog y ponelo en negrita

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