Para matar a los asesinos de asesinos de perros

Imágenes del video. Fuente

Tres adolescentes castigaron a un perro con tanta violencia que lo mataron. Grabaron el acto en un celular y lo subieron a la red. El hecho generó una conmoción enorme, al punto que los comentarios publicados por los lectores de la información llegaron a solicitar la ley del talión para los adolescentes. Acá hay dos errores gravísimos.

El primero es considerar un animal bajo las mismas leyes que las humanas. Hace unos años España, en especial Cataluña, debatía sobre la conveniencia de la Tauromaquia, las corridas de toros. Según los defensores de la abolición, todos los argumentos a favor de las corridas se sostenían por la diferencia entre el hombre y el toro. El resto de los argumentos expresados por los toreros y sus defensores podía justificar inclusive la tortura. Pero en esa operación dejan de señalar siempre la diferencia fundante, el hombre es un animal sumamente distinto a los demás. Y esa diferencia funda el mundo.

Nos olvidamos que el primer argumento para lo comunitario fue evitar que te coma un bicho. Estamos ante una nueva era en la cual el hombre no conoce la potencia de sus conocimientos y herramientas. Transitamos el camino que va de la Luna al genoma con dificultad humana. En definitiva, aprendimos a controlar al mundo animal y a la naturaleza. Cuando decimos naturaleza y la tratamos como una madre nos olvidamos que estamos ante una prosopopeya, una construcción que le da carácter humano a algo que no lo tiene.

A éste se lo cogieron. Fuente

Por supuesto que esta propuesta de nuevo relacionamiento entre lo humano y animal se olvida de la propia violencia del mundo de los bichos. El equilibrio es, para ellos, que no intervenga el hombre, una postura sumamente liberal, parecida al libre-mercado y a cierto darwinismo con mirada optimista, donde el ideal está en un mundo en el cual la violencia sin lenguaje es natura ley y casi divina, donde el razonamiento atenta contra el goce primario que da la felicidad sin angustia, donde el paraíso es un equilibrio eterno y por tanto, muerto.

Estamos ante una pelea innecesaria. Hay que pelear por la ética y la cultura, y eso sólo es tema de los humanos. Lamento informar que una perra no puede escribir la Divina Comedia.

La pelea por los derechos animales no es una alternativa al mundo actual, porque no cambia la estructura social, económica y política de los tiempos que corren. Eso no le importa a nadie y es, además, funcional al sistema justamente por no tocarlo. Pero tiene un poder impresionante sobre lo afectivo. Por eso queremos venganza antes que justicia, esa cosa tan de los ilusos y que no le duele a nadie. Pobres, no lo vivieron.

¿Es un deber humano proteger a los animales? Por supuesto, pero tratarlos como iguales es un acto de arrojo, por lo menos.

Los monos que comienzan la película 2001 Odisea en el Espacio descubren la política, una forma de organizar los intereses colectivos. Pero la descubren en la violencia. Solicitar el mismo trato para un culpable es reducir milenios de pensamiento y jurisprudencia al estado de los animales. Y esto vale tanto para los que violentan animales como seres humanos. El iluminismo de siglos anteriores, que propició cosas como el mercado o los derechos humanos o la idea de nacionalidad o el concepto de sujeto o el sindicalismo, se pierde en cada golpiza propiciada contra un animal, un hombre o el pensamiento.

La verdadera barbarie es confundir la sangre humana con la del animal.

Fernando Savater en la presentación de su libro Tauromaquia