martes, 8 de noviembre de 2011

Run, Forrest! Pero que sea con Nike*

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Cuando llega la primavera a la ciudad de Montevideo, una multitud de corredores la atraviesa. Todas las marcas deportivas o las grandes instituciones públicas o privadas organizan una corrida, o un cuarto de maratón, y la asocian a un slogan o interés, tanto público como privado. Esto pretende un golpe de efecto en los medios de comunicación, la cancha donde se juegan los intereses colectivos y el discurso público. Anoto un par de inconvenientes.



En primer lugar es, sin dudas, una jugada de mercado. Es claro cuando se trata de marcas. Pero también se nota en los eventos con una consigna de carácter social o político. Trasladamos el apoyo por una idea desde un lugar de militancia hacia una actividad física. Y es claro que no se transforman las estructuras económicas y sociales, o el balance de las relaciones internacionales, o la mejora de la salud pública o la seguridad social, mientras corremos diez kilómetros*.

Eso es para que se refleje en las encuestas y su consecuencia, que si bien podría alcanzar a modificar la opinión pública por un golpe de efecto, siempre es reducir lo político y lo social a “apoyar” o no, nunca a “hacer”; a votar pero no a hacer política, a hacer un clic en “me gusta”; a horizontalizar el motivo por el cual yo apoyo una idea y separar a quienes soportan unas u otras opiniones, como si fueran una manada.

A correr hacia algún lado. Fuente
Y esa manada, que se junta por el riesgo a perder algo, a que bajen la edad de imputabilidad, a que me roben, a que ganen los comunistas, a perderme el descuento, por mi club, también se convierte en un lugar desde el cual defenderse. Se defiende como tal, como colectivo sin cabeza, como una tropa de camellos ciegos, como maratonistas.

Si esto es peligroso para lo político, ¿cuánto más para el consumo? Correr es justamente el ritual del consumidor: no hay que perderse nada, hay que llegar antes que se termine, que cierre, es necesario tenerlo porque podés perder tu lugar social, que es el verdadero horror. Eso, en definitiva, opera como una fuerza bruta, como una maratón que no terminará nunca.

  
Nike es la cultura. Indio Solari


 Run like hell. Pink Floyd

* Estamos tan colonizados que al referirnos a los championes hablamos de “Naick”, pero jamás de Niké, la diosa griega de la victoria, que no tenía otra cualidad más que la de correr, y cuya imagen acompañaba a algún otro dios. Nunca protagonista, siempre al lado de otra divinidad más fuerte. Curioso.

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